EL CABALLO Y EL FRAUDE ALIMENTARIO

EL CABALLO Y EL FRAUDE ALIMENTARIO

En los últimos tiempos ha saltado a la prensa de toda Europa y afectado a marcas de prestigio un fraude consistente en introducir, en general pequeñas cantidades, de carne de caballo dentro de productos etiquetados como si contuvieran únicamente carne de vacuno. En realidad no se trata de una crisis de tipo sanitario, porque la carne de caballo es perfectamente comestible, incluso muy recomendada por su alto contenido en hierro, salvo que contenga restos de productos veterinarios como la Fenilbutazona merced a no estar prevista su utilización para uso alimentario. Estamos más bien ante un engaño de tipo económico y de etiquetado.

La carne de caballo no fue nunca de consumo habitual en España, aunque siempre existieron carnicerías especializadas en su comercialización. Sí ha sido bastante popular en Francia, que de hecho siempre fue un gran importador de éste tipo de carne. Teníamos noticias de que en la zona de Málaga se había creado últimamente un matadero específico de caballos, lo que sin duda es reflejo del incremento de la demanda de éste tipo de carne, para el uso y destino que fuere. Es consecuencia directa también de un hecho más preocupante : la desaparición de una buena parte de la camada nacional, fundamentalmente debido a la crisis económica.

La crisis económica que afecta a varios países, no solo España, donde el caballo es considerado un artículo de lujo, unida a la mecanización del campo de los países de incorporación más reciente a la CEE a los que están fluyendo las ayudas económicas comunitarias, han provocado una rápida pérdida de valor de los animales y un importante declive de la cabaña equina en toda Europa. El problema es por tanto doble, por un lado la falta de poder adquisitivo de los países en crisis hace que los propietarios tengan que reducir o suprimir el número de cabezas de caballos que hasta el momento poseían para su disfrute y, por otra, aquellos otros países como Polonia, Rumanía o Bulgaria en los que éste animal aún era utilizado como animal de carga y trabajo, están ahora accediendo a la mecanización de la agricultura y a la motorización en general y todos sabemos que un caballo no se aparca sin más. La creciente falta de demanda y el exceso de oferta consecuente ocasiona la pérdida de valor mencionada.

Si a eso unimos que la gente, nuevamente debido a la crisis, demanda alimentos más económicos, lo que empuja a la cadena de producción y distribución alimentaria a ser capaz de rebajar costes, no es extraño que toda esta presión haya motivado el fraude descrito.

Dejando a un lado la consecuencia, el fraude, lo que nos interesa resaltar es el hecho de que sobran caballos de todas las razas, capas y usos por doquier, no es únicamente un problema que afecte exclusivamente a España. Esta situación obliga a replantearse la organización de la cría, del tipo de caballo que tendrá más demanda, a buscar la selección en el más amplio sentido de la palabra, replantear el modelo de comercialización… en definitiva y en nuestra opinión a profesionalizar el mundo del caballo en aras de convertirlo en una industria que no sufra tanto los avatares económicos.

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