EL TRANSPORTE AEREO DE CABALLOS

Camión de transporte de caballos cargándolos en un aviónEn la antigüedad los motivos para movilización de caballos eran campañas militares, competiciones, torneos y ceremonias ; actualmente los caballos se transportan para competición, reproducción, ferias, compra-venta… y por ello los viajes son mucho más comunes. Según los historiadores, el primer transporte grande de caballos se realizó hace 3500 años, por vía marítima.

Existe un libro titulado “Caballos a bordo de barcos” escrito por Horacio Hayes con motivo de los viajes en barco de vapor de los caballos de remonta del ejército entre Inglaterra y Sudáfrica entre los años 1899 y 1901. Estos barcos albergaban cerca de 1000 caballos en varios niveles y en el libro se describen temas como la preparación previa al viaje, ventilación, alimentación, amarres, embarque, desembarque, costos y aspectos veterinarios. Una verdadera guía para la preparación y manejo de los caballos, que ha sido de extraordinaria utilidad en los viajes contemporáneos.

El primer transporte por vía aérea se realizó en 1962. El transporte de caballos por avión se ha convertido en habitual en traslados a larga distancia. Suelen ser vuelos internacionales y de un alto coste económico. El procedimiento no difiere mucho del marítimo, al ser transportados los caballos en unos contenedores o cabinas de hasta tres plazas, bien acondicionados y lo suficientemente anchos para que el caballo pueda sentirse cómodo. Estas cabinas deben estar dotadas de un asiento para el acompañante, que deberá saber actuar correctamente en caso de pánico del animal.

El transporte aéreo puede provocar ansiedad o miedo en el animal. Cualquier caballo que es transportado es separado de su ambiente y sometido a una dura prueba : embarque y desembarque, confinamiento, vibraciones, ruidos, movimientos, variaciones de temperatura y humedad, ventilación pobre, inhalación de vapores de queroseno, a veces incluso privado de agua y alimento… circunstancias todas ellas que aumentan el stress del animal y cuyo impacto hay que minimizar. Las compañías que se dedican a estos traslados lo saben y suelen hacer llegar unas horas antes al caballo para observar el comportamiento del animal y tomar las precauciones necesarias en caso de manifestar cierta intranquilidad. A falta de 35 o 40 minutos del despegue lo embarcan, con el fin de tenerlo el mínimo tiempo posible en tierra dentro del fuselaje. Es imprescindible que un mozo acompañe al caballo y es muy aconsejable que, si no es el mozo habitual, la persona que viaje con el animal disponga de información sobre el carácter o hábitos del mismo. No debemos olvidar que los espacios reducidos provocan stress y claustrofobia en los caballos y que éstos tienen como defensa la huída. Para conseguir un transporte en avión satisfactorio deben coincidir cuatro circunstancias importantes : que el animal esté sano, que disponga de confortabilidad física y térmica y que reciba un trato profesional. El fallo de uno de estos factores es suficiente para crear problemas que, en beneficio de los demás, a veces han de solucionarse de forma drástica, incluso sacrificando al animal. Por confortabilidad física nos referimos al espacio a ocupar por el animal y a los materiales en contacto con el mismo. El caballo debe de tener espacio suficiente para que pueda abrir sus miembros anteriores y mantener el equilibrio. Los boxes deben tener un acabado totalmente liso y adecuado para evitar que se hagan daño. Con confortabilidad térmica queremos señalar el nivel de temperaturas idóneo. En el caballo, el rango óptimo está entre 0 y 24 grados centígrados, sin corrientes de aire. Por debajo de esa escala el animal perdería calorías y por encima, no puede disipar convenientemente calor metabólico en el ambiente. La humedad y la ventilación son otros factores a tener en cuenta. Una humedad alta, en combinación con el calor ambiental, inhiben la disipación de calor corporal y una correcta ventilación nos asegura un aire de calidad.

El caballo evapora el calor con mecanismos respiratorios y de sudor. Generalmente en el transporte aéreo se cubre el caballo únicamente con una manta fina y hay que renunciar a protegerles las patas. Los protectores no son más que una fuente de irritación para los caballos. Fomentan la transpiración, por lo que los caballos empiezan a dar coces (con los posibles daños que ello conlleva) en un intento por desembarazarse de los protectores.