EL GUADARNÉS

EL GUADARNÉS

El guadarnés es una pieza imprescindible en cualquier diseño de cuadras. Su situación dentro del recinto, tamaño, materiales con lo que esté construido y los sistemas de almacenaje elegidos, son importantes para que sea un espacio seguro y funcional. Un espacio bien diseñado, que sea funcional, nos permitirá utilizar la menor superficie posible maximizando su uso y aumentará la seguridad de lo almacenado.

Para una buena situación del guadarnés debemos atender a dos circunstancias : comodidad en el trabajo diario y seguridad de lo almacenado. Para comodidad en el trasiego diario y aprovechamiento del tiempo, su localización debe estar próxima a los boxes, equidistante entre unos otros sería lo ideal; de forma que recoger y depositar los distintos arreos y el tiempo dedicado a ello sea el mínimo posible. Por seguridad, si es factible, el guadarnés debería también estar próximo a la oficina del complejo o, a la casa del propietario o guardés. Lamentablemente no son infrecuentes los robos de material de monta, incluso durante las horas de trabajo, por lo que situarlo cerca de una zona con presencia continua de personas, ayudará a evitarlos.

Guadarnes para centro hípico o particular

Muchas veces es más práctico disponer de varios espacios de guadarnés, dependerá del diseño de las instalaciones y del uso a que se destinan las mismas. No es lo mismo una cuadra particular o de un entrenador de carreras por ejemplo, donde todo está centralizado y el personal está identificado, que un club hípico o escuela donde entran diariamente profesionales, jinetes con caballos en pupilaje, alumnos…, personas distintas, muchas veces desconocidas. También el tamaño del guadarnés vendrá condicionado por la actividad del centro y el número de equipos. Si el guadarnés, además de las monturas y cabezadas, debe guardar : armarios de transporte, baúles para mantas… el espacio crecerá enormemente.

Mencionábamos los materiales con que está construido porque, el guadarnés debe ser un recinto totalmente cerrado que, de tener ventana, ésta deberá constar de reja. Con paredes o laterales donde se puedan colgar montureros, portabridas o cuelgamantas sin riesgo de que se caigan. Puerta con cerradura y llave y una cubierta, por liviana que ésta sea. Decimos que la cubierta puede ser liviana pensando en los boxes interiores prefabricados. La misión de la cubierta es variada : servir de soporte a las luminarias, evitar la caída continua de polvo, por desgracia abundante en las cuadras, mantener el clima dentro del guadarnés y, en caso de sustracción de materiales accediendo a través de la misma, que haya que romperla para acceder, porque ello cambiará la cualificación del siniestro de un mero hurto, a robo. El suelo, que sea fácil de limpiar.

Guardarnés nuevo en plena instalación de montureros y otros útiles de almacenaje

Equipamiento del guadarnés

Hoy en día podemos encontrar en el mercado soluciones para colocar convenientemente todos los arreos habituales de una forma funcional. Lo más habitual en un guadarnés son los equipos de monta y lo ideal para ahorrar espacio es utilizar montureros provistos de ganchos portabridas que se fijarán a las paredes a una altura y distancia entre ellos de acuerdo con los modelos de sillas a almacenar, que permita una recogida y depósito fáciles. La altura mínima de colocación es aquella en la cual monturas y cabezadas no rocen el suelo; la máxima, la que permita depositar las monturas a personas de estatura normal sin gran esfuerzo. Armarios, estanterías para almacenaje de otros materiales como mantillas, protectores, vendas, mantas y un caballete para limpieza de sillas, son necesarios. Además de estas soluciones para almacenaje, es interesante contar con un fregadero grande con agua corriente caliente y fría; baldas para depositar jaboncillo y otros útiles de limpieza, pulpo sujeto al techo para colgar, limpiar y engrasar cómodamente los arreos; buena iluminación y un par de enchufes para, por ejemplo, recargar las máquinas de esquilar o instalar un calentador.

El espacio del guadarnés debe tener una temperatura y atmósfera controlados. No debe ser ni muy seco, ni excesivamente húmedo, porque ambas circunstancia afectan negativamente a los cueros. La excesiva sequedad ambiental los endurece y hace quebradizos y la humedad es igualmente negativa, facilitando la aparición de hongos y deterioro.